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Apostolado~1

Nuestra historia

Nuestra historia se remonta a los años de nuestra juventud.

En esa época vivimos la experiencia de encontrarnos con Cristo, y lo hicimos con “un corazón palpitante” y dispuesto. Este encuentro nos llenó de esperanza y de alegría.

Nos llenó de un gozo indescriptible y tan profundo, que no lo puede apagar ninguna adversidad, ni sufrimiento y que brota de la salvación en la cruz del Calvario.

Antes de nuestro encuentro con Jesús, éramos bautizados que habían aprendido de memoria el catecismo, que nos habíamos encontrado con las cosas del Señor, pero no con el Señor de las cosas. Bautizados que asistíamos a la Santa Misa por obligación, temor y hasta por superstición.

Que no entendíamos que la Santa Misa es lo mas bello y sublime que Jesús ha hecho por la humanidad: Quedarse bajo la apariencia del pan y del vino, y donarse a sí mismo, su propia carne y su propia sangre para que el que coma y beba, no muera sino que tenga vida eterna. (Jn 6, 54)

Fuimos bautizados pero vivíamos con una vida estéril, porque sólo pensabamos de forma egoísta en satisfacer nuestros deseos y caprichos. Usábamos a Dios y a su Iglesia como trampolín para alcanzar nuestros interéses.

¡Que pobreza espiritual la que vivíamos! ¡Que dignos de lástima fuímos!

Pero eso cambió

Hasta que llegó Jesús y nos enamoró y nos llenó con su amor… Si, su amor fué suficiente para transformar nuestra frustración y enojo y nos liberó del pecado, nos hizo libres, hizo efectivo el bautismo que ya habíamos recibido.

Entonces todo tuvo sentido, cuando la vida de Cristo empezó a fluir en nosotros a travéz de su Iglesia. Jesús siempre había estado en su Iglesia, desde que él mismo la fundó. Estaba vivo en los sacramentos, en la comunidad, en los pobres y ahora, liberados, podíamos apreciarlo y vivirlo.

Con un tesoro tan grande en nosotros ¿Cómo no compartirlo? ¿Por qué quedarse callado? ¿Por qué no ser agradecido y comunicarlo a un mundo sin vida?

Esta es la razón por la que no hemos cesado de confesar a Cristo Jesús, de proclamar que él es el Hijo de Dios, que él es el Redentor, el Mesías, que Jesús es Dios, inequívocamente Dios y para siempre y por siempre Dios.

Nuestro esfuerzo evangelizador ha sido grito, predicación, enseñanza, catequesis, canción, experiencia, acompañamiento, oración, silencio, llanto, soledad, impotencia, desvelos y muchas cosas más… Pero sobre todo ha sido esperanza. Hemos evangelizado con esperanza de que es el mismo Jesús el que hace fructificar la semilla, nosotros hemos sido sembradores seguros de que es Jesús el que recogerá la cosecha.

Ahora toca evangelizar desde este sitio web, evangelizar sin saber quién lee, sin saber si alguien escucha. Pero ya antes hubo “una voz en el desierto” y vaya que dió mucho fruto su llamado.

Así confiamos que usted que lee este párrafo será tocado por el poder sanador de Jesús de Nazareth, el hijo de Dios, el hijo de la Virgen María. Jesús de Nazareth, el carpintero, el maestro, el camino, la verdad y la vida. El todopoderoso, el Santo de Israel, el Alfa y la Omega. Jesús el Señor.

Nos inspira el llamado que recibimos en nuestro bautismo. La unción del Espíritu Santo nos impulsa a ser testigos del resucitado. Para eso estamos aquí, para eso fuimos escogidos antes de ser formados en el vientre de nuestra madre: Para anunciar las maravillas de Divino Salvador del Mundo.

Valores que nos inspiran

1- El servicio

Es el principal valor que nos inspira. Entendemos que es la manera más efectiva de ser agradecidos por el don recibido en nuestro bautismo.

2- La gratuidad

Es el eje sobre el cual se desarrolla nuestro servicio. No concebimos recibir otra recompensa que no sea la prometida por el Señor a sus siervos. Este apostolado no se lucra de los servicios que ofrece, no pedimos ofrendas, ni hacemos colectas, no pedimos donaciones. Dios nos ha pedido esta misión en la Iglesia y en la web, entonces él mismo se encargará de darnos lo necesario para realizarlo.

3- Compromiso

En concordancia con las palabras del Señor “La mies es mucha y los obreros pocos”. Mt 9, 37.

4- Caridad

Porque sin caridad, sin amor, todo esfuerzo cosecha nada y no sirve para nada. 1 Cor 13, 1-3.

5- Empatía

“Alégrense con los que se alegran, lloren con los que lloran” Rm 12, 15

Mauricio Castro

Fundador

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